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El agua es un elemento indispensable para la vida del ser humano (50-70% del cuerpo es agua), y en la práctica deportiva, la hidratación es fundamental.

Si no nos hidratamos bien durante la práctica deportiva, sufriremos consecuencias negativas para la salud y el rendimiento, incluido el mal funcionamiento del sistema cardiovascular, la termorregulación y el sistema metabólico, endocrino y excretor. También se ven afectadas las vías de obtención de energía, de forma que la utilización de las grasas se reduce y se acelera el uso de las reservas de carbohidratos, por lo tanto, una aparición más rápida de la fatiga.

Una hidratación adecuada es muy importante y más si eres deportista, puesto que hay varios factores, como la duración e intensidad del ejercicio, la temperatura ambiental o la humedad, que aumentan la pérdida de líquidos por el sudor, el que exige una constante restauración de los líquidos que se van perdiendo durante la práctica deportiva.

Hasta cierto grado de deshidratación se puede tolerar y no está claro que afecte el rendimiento, pero si pasamos de este grado, podemos poner en peligro también nuestra salud. Un exceso de hidratación es igual de peligroso que una deshidratación, es el que se conoce como hiponatremia, que es la disminución de la concentración de sodio en sangre causada por un exceso de agua, por eso la importancia de tomar electrólitos (concretamente sodio) durante el ejercicio.

Algunas recomendaciones generales que podemos tener en cuenta:

• Empezar la sesión de entreno o competición bien hidratados, consumiendo de 2 a 4 horas antes de empezar unos 5-10 ml/kg (250-600 ml) con una cierta cantidad de sodio.

• Durante el ejercicio, tomar entre 400 – 800 ml/h con unos 400-600 mg/h de sodio. Aquí se tiene que tener en cuenta la temperatura ambiental, la tolerancia, la intensidad…

• Los electrolitos (concretamente el sodio) los podemos incluir en pastillas o beber bebida isotónica para complementar.

• Realizar una correcta estrategia de rehidratación en terminar el ejercicio. Beber por lo menos 1,5 veces del peso perdido durante el ejercicio.

• No esperar a tener sed como señal para empezar a beber.

Hay 2 estrategias interesantes y muy prácticas para conocer nuestro estado de hidratación:

• Valorando el cambio del peso corporal; te tienes que pesar antes y después de hacer ejercicio para poder conocer la cantidad de líquido perdido y poder programar la hidratación antes, durante y después.

• Evalúa el color de la orina. Cuando estamos bien hidratados, la orina es más clara, por contra, como más oscura y turbia es, aumenta el grado de deshidratación. Se tiene que tener en cuenta que algunos medicamentos y vitaminas pueden alterar el color de la orina.

En resumen, una hidratación adecuada antes, durante y después del ejercicio es fundamental para mantener el rendimiento deportivo, prevenir lesiones i asegurar el bienestar general del deportista. Se recomienda beber agua regularmente para mantener un equilibrio hídrico adecuado durante la práctica deportiva junto con los electrólitos necesarios.

Cada deportista tiene que adaptar el plan de hidratación a sus necesidades específicas y a las condiciones ambientales en las qué se executa la actividad física.

¡Nunca esperes a tener sed para beber!

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